9 de octubre de 2009

Simulacro

SIMULACRO

La compañía de teatro La Re-Sentida presenta su segunda obra en la sala - subterráneo White Sessions. Un lugar un poco claustrofóbico, pero que en sí es una escenografía perfecta para esta obra que retrata la marginalidad y el abandono de varios chilenos ad portas del bicentenario. Para reír cuando todos estén tristes.

Por Isidora Ortiz (Zona de Contacto)

Las de Simulacro son historias que no salen en los libros de colegio, historias de personas que no quieren regalarle nada a su país para el cumpleaños, porque resulta que éste nunca les dio demasiado. Retratos de niños abandonados, que matan el tiempo tirando piedras desde una pasarela. Un obrero que exige un Fondart para arreglarse los dientes. El hijo de un detenido desaparecido que a pesar de decir que no le importa la historia, no es capaz entrar al Estadio Nacional, etc. Todos representados por cuatro actores y un oso panda mudo, que impresionan con su determinación. Y que aunque a ratos, entre tantos personajes puedan parecer perdidos en su discurso, los perdonas porque tampoco pretenden darte uno, sino que tú te construyas el propio.
Simulacro es una obra ácida, sin pelos en la lengua, que no se traga ninguna mentira y te llega a poner nervioso cuando te encara, recordándote que tú también tienes que hacerte cargo. Porque resulta que después de 200 años todavía hay algunos a los que la canción nacional les da dolor de guata. A través de elementos sencillos como un par de sillas y un foco que mueven ellos mismos, logran imágenes callejeras que uno mismo completa, de lugares que podrían estar a la vuelta de la esquina pero que a uno se le olvida mirar. Así crean un ambiente en que el público también es parte del montaje. No es que te hagan hablar en la obra tipo café concert, es que son tan honestos y espontáneos que no existe esa barrera entre artista que sabe más y el público que sólo se dedica a admirar. Acá se dedican a incluirnos, recordándonos que somos más que observadores que pagamos la entrada y aplaudimos al final.
La obra es un rosario de críticas: al Fondart, a las series de televisión sobre héroes chilenos representados por rubios de ojos verdes, al egocentrismo de los actores, etc. Pero en vez de hacer una obra densa que nadie quiere escuchar, La Re-Sentida monta Simulacro a punta de ironía de principio a fin, con el oso panda mudo de fondo.

Humor Morandé con el clásico chileno pícaro, humor absurdo con el oso y por sobre todo, humor negro que pone frente al público un espejo, para que éste pueda reírse de sí mismo. Porque al final lo único que está al alcance de todos los chilenos, lo único que nos puede salvar de tanta amargura parece ser el humor. Reírnos hasta que duela la guata y el resto deje de doler. SIMULACRO Compañía La Re-Sentida.

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